Archive for the Progresivo Category

AMPLIFIER: «The Octopus» (2011)

Posted in Progresivo with tags on May 24, 2011 by israelmaster

Recuerdo perfectamente cuál fue el primer vinilo de mi ahora extensa (modestia aparte) colección. Fue «A Momentary Lapse Of Reason», de Pink Floyd, el mismo año en que fue publicado (1987). Tengo claro que no se trata de la mejor obra de la banda, en cuya discografía me fui adentrando posteriormente, pero me parece interesante mencionar este hecho, tal vez anecdótico, pero que resulta representativo del interés que ha despertado siempre en mí el rock progresivo.

Con el tiempo he ido explorando multitud de estilos y épocas, musicalmente hablando, pero cada cierto tiempo vuelvo al progresivo. Tras haber pasado estos últimos meses profundizando en lo que dio de sí esta variante o subestilo dentro del Rock en la década de los ´80, que es una etapa no suficientemente reconocida, según mi opinión, por una u otra razón he querido dedicarles tiempo a las bandas más actuales.

En concreto, me gustaría detenerme un momento a comentar este «The Octopus», tercer larga duración del trío de Manchester Amplifier, formado por Matt Brobin a la batería, Neil Mahony al bajo y Sel Balamir a la guitarra y voces. Un álbum sobre el que se ha escrito bastante últimamente en la prensa especializada (y en la que no lo es tanto). Este disco, que ya a finales de 2010 se puso a disposición de los fans directamente desde la web del grupo, llegaba a los canales de distribución habituales a comienzos de 2011. Hasta ese momento, su discografía la componían «Amplifier», «Insider», y los Ep´s «The Astronaut Dismantles Hal» y «Eternity».

Amplifier juegan en la misma liga que The Pineapple Thief, Haken, Oceansize o Porcupine Tree . Aunque me resisto a etiquetar su propuesta exclusivamente como «Rock Progresivo», toda vez que la música que conforma este álbum bebe de diversas fuentes.

Lo primero que llama la atención en «The Octopus» es su duración, dado que es un doble cd que supera las dos horas en total. Amplifier afirman que estas canciones estaban concebidas para dar forma a sus dos siguientes trabajos, pero han acabado siendo uno. Esta extensa obra muestra a una banda que ha tratado de dar una vuelta de tuerca más a lo expuesto en los dos primeros discos, añadiendo multitud de matices, enriqueciendo con diferentes texturas ese sonido que, anteriormente, parecía querer asemejarse al de Soundgarden. Aquí, cada tema esconde una gran variedad de pequeños detalles que sólo se descubren tras varias escuchas.

No puedo evitar atisbar entre los ecos y sonidos flotantes de «The Wave» o de «Interstellar» algunos elementos que encajarían sin problema en «Dopes To Infinity» de Monster Magnet. Como tampoco negaré que por momentos parecen recrear las mismas sensaciones que me producían en los ´90 mis añorados Tool, tal como sucede con «Planet Of Insects», «The Sick Rose» o el tema-título, «The Octopus».

Encontraremos el lado más progresivo de esta poliédrica banda en «Minion´s Song», «White Horses At Sea/Utopian Daydream» y «Forever And More». Pero donde dan rienda suelta a su capacidad para crear atmósferas es en «Trading Dark Matter On The Stock Exchange», que con sus más de once minutos deja claro que Amplifier se encuentran verdaderamente a gusto sin encorsetamientos estilísticos, plasmando en forma de canción aquéllo que simplemente brota de su imaginación.

Resulta admirable la cantidad de sonidos diferentes que Sel Balamir es capaz de conseguir con su guitarra, que tan pronto suena cristalina como atronadora («Interglacial Spell» sería buen ejemplo de esto último).

Un disco de estas características, casi por definición, suele recibir alguna acusación de pretenciosidad, y este no ha sido una excepción, como he podido leer en alguna revista. Ese tipo de juicios es habitual, y tal vez tengan parte de razón en este caso, pero mi opinión es otra.

Yo he disfrutado enormemente este «The Octopus», y me ha encantado ir descubriendo poco a poco todo lo bueno que esconde en sus microsurcos. Quizá no sea una obra maestra en toda regla, pero valoro muy positivamente que en los tiempos que corren se publique algo como esto, especialmente sin contar con discográfica alguna que lo haya respaldado.

Suelen decir que el pulpo representa para ellos la metáfora de la interconexión e interdependencia de las cosas, aunque reconozco que cuando ví la portada creí que representaba algo así como las diferentes influencias que pueden llegar a conformar el resultado final de una obra. Musical, en este caso.

Sea como fuere, he escuchado durante años a Yes, Genesis, Rush, Pink Floyd, Camel…porque siempre me ha atraído la música que exige un plus al oyente para adentrarse en ella, para disfrutarla plenamente.

Recomiendo «The Octopus» a todo aquél que esté dispuesto a dar ese plus.

Dales una oportunidad. No te arrepentirás.

IT BITES. Sinfonismo pop

Posted in Progresivo with tags , , on marzo 2, 2011 by israelmaster

Este es uno de esos grupos difíciles de clasificar, por estar a medio camino de varias cosas, y más cercanos a unas que a otras según el álbum, moviéndose entre un estilo pop un tanto sofisticado en sus comienzos, para mostrar al mundo sus influencias de bandas clásicas del rock progresivo posteriormente, y más adelante hacerse un hueco entre los seguidores del hard rock. Y todo ello en un lapso de tres años. Difícilmente se puede cambiar más veces en menos tiempo.

Tal vez, alguno de los golpes de timón que dieron en su carrera ayudó poco a definir exactamente cuál era su público potencial, aunque a mí me parece que la valía de su propuesta se ha ido apreciando más con los años. Es más, he llegado a la conclusión de que su música se disfruta mucho más si uno se acerca a ella sin ideas preconcebidas, como me sucedió a mí en su momento. Simplemente me interesé por It Bites porque en una reseña que leí en una revista, se hablaba del peculiar estilo al tocar la guitarra de su vocalista Francis Dunnery.

No sabía lo que me iba a encontrar, y justamente esa falta de referencias previas evitó un inicial rechazo por mi parte al considerar que mis expectativas respecto al grupo no se veían satisfechas.

«THE BIG LAD IN THE WINDMILL» (1986)

La suerte llamó a su puerta cuando en 1986 fueron fichados por Virgin para grabar su primer álbum, tras haber estado dos años viviendo en Londres, dedicándose a tocar y desarrollarse como músicos, como han comentado en alguna entrevista. El cuarteto estaba formado por Bob Dalton a la batería, Dick Nolan al bajo, John Beck a los teclados y Francis Dunnery a la guitarra y como vocalista.

Como solía ser costumbre a mediados de los ´80, se realizaron una serie de video-clips para acompañar a los singles que se editaban con canciones del álbum. Y uno de esos singles, «Calling all the Heroes» pareció abrir un interesante camino para ellos, ya que fue un tema muy radiado en la época.

Efectivamente, se trataba de una canción pegadiza, con una atractiva melodía y un buen estribillo, con unos interesantes arreglos de voces y un sonido en el que predominaban los teclados. Sin embargo, en este álbum había algún elemento un tanto atípico para lo que se suponía que debía ser un grupo de estas características. Por aquí  y por allá aparece algún solo de guitarra a toda velocidad, o algún cambio de ritmo en la canción, dando lugar a un breve pasaje instrumental. Corto, pero que perfectamente podría no estar ahí si no fuese por la aparente intención del grupo de dejar patente su destreza con sus instrumentos, como sucede en «Screaming On The Beaches» (uno de mis temas favoritos de este debut) o en «Turn Me Loose» en la que Dunnery da rienda suelta a sus ganas de recorrer el mástil de su guitarra como si de un músico de hard rock se tratara, como queriendo romper el corsé de lo que debería ser la estructura de una canción pop.

Aún así, todo esto apenas hacia intuir lo que vendría después.

«ONCE AROUND THE WORLD» (1988)

De entrada, ya hay algo que llama la atención incluso antes de escuchar este segundo trabajo, y que nos da una pista de que nos encontraremos algo diferente al primero. El tema-título, tiene una duración cercana a los ¡quince minutos!, y otro, concretamente «The Old Man And The Angel», se va por encima de los nueve.

It Bites decidían dar un paso más con este «Once Around The World» hacia el rock progresivo. Aunque el tono general no es radicalmente diferente al de «The Big Lad…», sí notamos que esa cierta inmediatez y alegría pop no se aprecia aquí de la misma manera. Aparte de los dos temas citados más arriba, «Yellow Christian» sería otro claro ejemplo de la tendencia al sinfonismo, apreciándose por primera vez, según mi opinión, alguna pincelada de Genesis (debilidad reconocida de Francis Dunnery). En Virgin, sin embargo, no estaban particularmente entusiasmados por esta vuelta de tuerca estilística, e hicieron lo posible por que grabaran algún tema que pudiera tener gancho como single. «Kiss Like Judas» encajaba en ese esquema, como también sucedía con «Midnight».

Aunque creo que lo más destacable es el extenso tema-título, con su estructura y desarrollo divididos en multitud de pasajes, melodías y sonoridades.

En esta grabación Francis Dunnery utilizó por primera vez un instrumento cuya invención se le atribuye, llamado Tapboard. Era una especie de guitarra que se tocaba colocándola en posición horizontal y golpeando las cuerdas con los dedos rápidamente. Permitía conseguir un efecto similar al de una guitarra convencional emitiendo notas a gran velocidad.

Este «Once Around The World» me parece superior a su predecesor, independientemente de la diferencia de concepto entre ambos. Aprecio mayor riqueza en la composición y también a nivel instrumental, que podrían consolidar el estilo que It Bites querían seguir a partir de ese momento. Pero este grupo era cualquier cosa menos predecible.

«EAT ME IN ST. LOUIS» (1989)

Tercer álbum, y de nuevo se reinventan, acercándose al hard rock y dejando a un lado los devaneos progresivos de su anterior disco. No creo que sea un mal trabajo, para nada, aunque me gusta menos que los otros dos.

Hay muy buenas canciones aquí, como «Underneath Your Pillow» que no creo que desentonase del todo en «Once Around The World», o «The Ice Melts Into Water», que puede ser perfectamente el único rastro de ese incipiente sinfonismo que parecían haber querido abrazar. Gran tema con una lograda atmósfera y, tal vez, la mejor interpretación vocal de todo el disco. La canción que terminó siendo un single de cierto éxito, en este caso, sería «Still Too Young To Remember». También podríamos destacar «Sister Sarah», que fue otro de los temas que se lanzó como single. Resulta llamativo que encargasen el diseño de la cubierta del álbum a Roger Dean, diseñador habitual de las carpetas de Yes, el cual, no acabo de tener claro que hiciese en este caso una buena labor.

Debo insistir en que es un buen trabajo, aunque no me llene tanto como los dos anteriores. Sea como fuere, al año siguiente, It Bites anunciaron su disolución como grupo.

Efectivamente, tras «Eat Me In St. Louis», tan sólo se publicaría el directo «Thank You And Goodnight». Y la historia de It Bites se terminó…¿o no?

«THE TALL SHIPS» (2008)

Tras un intento de reunión de la formación original en 2006 que no acabó de cuajar en forma de nuevas grabaciones, en 2008 se publica «The Tall Ships», regreso oficial de It Bites tras casi 20 años.  Las tareas vocales corrían a cargo de John Mitchell que había tocado para bandas como Kino o Arena, mientras que el resto del grupo lo formaban los miembros originales John Beck y Bob Dalton y el recién incorporado Lee Pomeroy.

La pregunta que uno se hace al conocer la noticia es de suponer: ¿a qué va a sonar esto? ¿Cuál de las caras de esta poliédrica formación es la que se nos mostrará en esta ocasión?

Difícil de explicar. Tal como yo lo veo, este disco tiene más que ver con «Once Around The World» que con los otros, dado que el hard rock brilla por su ausencia y el desenfado pop también. Sin embargo, se aprecia, en general, una sensación de estar escuchando por momentos algo parecido al rock melódico, a lo que creo que ayuda el registro vocal de John Mitchell, que suena suave y cálido, alcanzando momentos de gran belleza, como sucede en «For Safekeeping» y en «Playground». Tenemos por otro lado la mayor complejidad de «Oh My God», «Ghosts» y «Lights», de gran riqueza en matices, aunque las dos joyas absolutas de este «The Tall Ships» son las dos piezas más extensas, «The Wind That Shakes The Bareley» y «This Is England». El comienzo de ésta última me suena a los Genesis de la época de Peter Gabriel, y tras esa quietud, comienza el aluvión de distintos pasajes, ambientes y texturas. Y en cuanto a la otra, simplemente diré que me parece magistral.

It Bites es un grupo muy especial, cuya música merece ser descubierta y disfrutada por lo que es en sí misma, más allá de valoraciones distorsionadas por el hecho de tratar de englobarla en éste o aquél estilo.

Si se escucha con atención cualquiera de sus discos, se podrán descubrir multitud de matices que conforman una obra corta, pero con una gran riqueza musical.

MARILLION 1981-1988. Las lágrimas del bufón.

Posted in Progresivo with tags , , , on agosto 23, 2010 by israelmaster

Si hay una banda que ejemplifique de modo irrefutable la existencia de dos etapas en su carrera discográfica, marcadas y diferenciadas por cada uno de los vocalistas que han formado parte de la misma, sin duda, ésta es Marillion.

Este blog, como puede deducirse por el título, se ocupará de la primera de ellas, en la que al frente de la formación se encontraba Derek William Dick (más conocido como Fish).

En esos años, el grupo portaría el estandarte del renacer del rock progresivo, llegando a ser el nombre más importante relacionado con el estilo y alcanzando los mayores niveles de popularidad (y quizá, de calidad) de entre todos sus coetáneos.

LOS ORÍGENES. EL MOVIMIENTO NEO-PROG.

La formación clásica comenzó su andadura en los albores de los ´80, cuando se incorporó (tras ver un anuncio en una revista) como vocalista un escocés de aspecto un tanto desgarbado apodado Fish. Ya desde finales de los 70, el embrión de este proyecto había estado tocando bajo el nombre de “The Silmarillion”, inspirado en la obra de J.R.R. Tolkien, aunque posteriormente, y concidiendo con la llegada de Fish, el nombre se quedaría tal y como hoy lo conocemos, evitando de este modo posibles problemas legales.

La simbiosis entre los textos que escribía el vocalista, y la música que componía la banda parecía ser total, y las primeras canciones fueron tomando forma.

Tras una serie de conciertos, especialmente en el Marquee, en Londres, comenzaron a hacerse con un nombre entre las bandas de la zona.

Las actuaciones daban qué hablar gracias, en gran medida, a la peculiar manera de interpretar y escenificar las canciones de Fish, que aportaba un punto de teatralidad, y que no dudaba en actuar con coloridos maquillajes.

Por este motivo, eran vistos como una reencarnación de los Genesis de Peter Gabriel, que también acostumbraba a utilizar disfraces y caracterizaciones en escena.

Es cierto que la influencia de Genesis estaba presente en Marillion, como lo estaba también la de otros clásicos del progresivo: Camel, pero el estilo de Marillion era diferente. Con los años, se les ha llegado a considerar abanderados del movimiento neo-progresivo, junto con nombres como IQ, Pendragon, Pallas o Solstice, entre otros.

El neo-progresivo tendía menos al exceso y grandilocuencia de las bandas “sinfónicas” de la década anterior. Era más…digamos…”de los ochenta”.

Las canciones como tales ganaban terreno respecto a la experimentación y largos pasajes instrumentales más propios de los años ´70.

SCRIPT FOR A JESTER´S TEAR (1983)

En 1982 se publicaría el primer lanzamiento oficial de la banda, un Ep de 12” titulado “Market Square Heroes” que contenía, además del tema-título, otras dos canciones: “Three Boats Down From The Candy” y la extensa “Grendel”, que con sus más de 17 minutos llenaba toda la cara B (sí, hablo de un disco de vinilo, como casi siempre).

Marillion se presentaba en sociedad haciendo valer algunas de sus señas de identidad, como la voz en ese extaño tono “afectado” tan característico de Fish o la presencia de los teclados, que siempre me ha traído a la mente a los injustamente infravalorados Camel que menciono más arriba.

Pero había algo más que nos presentaba ese disco: el bufón.

Sí, ese bufón (jester, en inglés) que aparecía en la portada del disco, y que iba a convertirse en la imagen del grupo.

Fish ha comentado en alguna ocasión que se identificaba plenamente con ese personaje, ya que en su niñez había tratado de jugar ese papel para tratar de contrarrestar las burlas de sus compañeros de clase.

Ese bufón sería protagonista en la portada de su primer álbum en toda regla: “Script For a Jester´s Tear” (1983).

El trabajo gráfico de Mark Wilkinson es digno de mención, mostrándonos al bufón en una humilde habitación, con aspecto cansado y dando la impresión de haber estado toda la noche tratando de escribir una canción, con unos discos esparcidos por el suelo (uno de ellos es “A Saucerful of Secrets”, de Pink Floyd).

Sobre el respaldo de la silla, un camaleón, cuyo significado se nos desvelaría más adelante.

De las seis canciones incluidas en “Script…”, yo destacaría “Chelsea Monday”, con ese original comienzo con un suave punteo del bajo, por encima del cual se va desgranando la melodía, hasta llegar al momento en que el solo de guitarra pasa al primer plano. La canción trata sobre una joven aspirante a actriz que termina suicidándose, desesperada.

Otro de los grandes momentos nos los brinda “The Web”, que va alternando momentos de intensidad con otros de quietud, en la que se nos describe la soledad “la lluvia resuena en mi ventana, son ecos de simpatía en mi refugio. Mi mirada escudriña las paredes de este apartamento, para rectificar los confines de mi tumba”

Aunque lo mejor, con diferencia, está en el tema título. Sencillamente, brillante. No sabría cómo describir este tema. Es como un “collage” de múltiples melodías ensambladas de un modo inverosímil (o no) que nos hacen saltar de un ambiente a otro, de un estado de ánimo a otro de un modo vertiginoso.

Este tema, por sí solo justificaría, en mi opinión, la compra del disco.

Por aquel entonces, la banda estaba formada por Mark Kelly (teclados), Steve Rothery (guitarras), Mick Pointer (batería), Pete Trewavas (bajo) y Fish (voz).

Marillion parecían pretender reavivar la llama del rock progresivo en un año en el que vio la luz el controvertido y definitivamente “poco sinfónico” “90125”, de Yes, “Alpha”, de Asia, que huía también de los devaneos sinfónicos pretéritos de sus componentes, y poco después de que Genesis facturase el trabajo que muchos seguidores consideraron el fin de su era progresiva: “Abacab”.

FUGAZI (1984)


Una situación muy fastidiada. Eso, poco más o menos, es lo que significa el curioso vocablo que tituló su segundo álbum, “Fugazi” (1984). La palabra, al parecer, se usaba en la guerra de Vietnam para referirse a situaciones límite, como emboscadas y demás.

La propia portada, de nuevo creada por Mark Wilkinson, trata de ser una continuación de la escena descrita en el anterior trabajo. Vemos una habitación, pero con apariencia más pulcra y lujosa que en la anterior portada. Y también vemos al bufón tumbado, como exhausto, pero transmitiendo la sensación de disfrutar las mieles del éxito: una copa en su mano, un zapato de mujer por ahí…aunque se le ve solo.

Y también volvemos a ver al camaleón. Aunque el contenido del disco desvelará su significado.

Es un álbum que no suena como el anterior. Aquí ya hay cambios. Una apreciable “modernización” del sonido parece dejarse sentir. Para mí, el primer ejemplo lo tenemos en los teclados, también muy presentes, es verdad, pero que ya no suenan como antes sino que se asemejan al sonido de los grupos más actuales del momento, o eso creo yo apreciar en “Emerald Lies”.

Incluso la batería parece sonar más suave aquí. Todo ello contribuye a que la (alargada) sombra de sus mentores vaya difuminándose poco a poco.

Este es el primer disco de Marillion que escuché, y quizá haya resultado ser el ideal para adentrarme en su obra.

El comienzo nunca me ha parecido lo más destacable, con “Assasing” y “Punch and Judy”, pero con el tercer corte, “Jigsaw”, ya me atrapan. Y es que el comienzo es un prodigio de delicadeza, tanto por la preciosa melodía del teclado como por el modo en que Fish va interpretando las estrofas con ese falsete marca de la casa que convierte casi en arrullo hasta que entran el resto de los instrumentos.

A continuación, la antes mencionada “Emerald Lies”, y ya nos adentramos en la oscura y tétrica melodía de “She Chameleon”. “Crucificó mi corazón en la profundidad de una tumba de satén/mientras mentía en sudoroso monólogo, sentí la luz del amor desvanecerse con el espiral del cigarrillo/traicionaste tu protocolo del lado de la cama/ví el lagarto, ví el lagarto, toqué el lagarto con el velo carmesí”

El camaleón, en las letras de Marillion, representaba a las groupies, si bien es cierto que el tono en el que Fish se refiere a ellas, desde luego no es el mismo que Motley Crüe en “Girls, Girls, Girls”, ni mucho menos. No me parece una canción que ensalce precisamente el modo de vida “rockero”.

Pero “Fugazi” aún nos depara dos sorpresas con los dos últimos temas: “Incubus” y el propio tema-título, que cierra el álbum, y que suele ser considerado el mejor de este trabajo, pero que quien suscribe prefiere otorgar ese honor a “Incubus”.

“Incubus” lleva más allá lo que se nos mostraba en la canción que titulaba el primer Lp. Una sorprendente sucesión de melodías van enlazándose y ensamblándose unas en otras, logrando varias veces hacernos creer que la canción va a terminar en ese momento…para dar otro giro. Me gusta especialmente el momento de la estrofa que comienza con “you can´t brush me under the carpet/you can´t hide me under the stairs” con el piano de fondo. Sublime.

Por aquel entonces, el batería Mick Pointer había dejado la banda, entrando en su lugar Ian Mosley.

MISPLACED CHILDHOOD (1985)

Menudas caras se les debieron quedar a los directivos de Emi cuando el grupo les comunicó que el nuevo material que estaban preparando iba a dar lugar a un disco conceptual, con una serie de piezas completamente enlazadas en cada una de las caras del álbum, sin pausa alguna entre ellas.

No hay que olvidar que eran los días de mayor gloria de Madonna, Duran Duran, Spandau Ballet, Tears For Fears, Wham…¡Vaya momento para lanzar un Lp conceptual!

Sin embargo, Marillion convencieron a la discográfica de que alguna de las partes de este trabajo podrían funcionar como singles.

La idea de “Misplaced Childhood” gira en torno a la pérdida de la inocencia, y del intento por recuperarla como único modo de sobreponerse a la espiral de excesos que lleva aparejado el éxito del artista. La portada (de nuevo de Mark Wilkinson) ya no nos muestra al bufón, sino a un niño. El bufón aparece en la contraportada, como abandonando la escena.

El viaje comienza con una “Pseudo Silk Kimono” guiada por la atmósfera que crean los teclados de Mark Kelly, y casi sin darnos cuenta…”Kayleigh”. Punto de inflexión total en la historia del grupo. Porque tenían razón, funcionó como single. ¡Vaya si funcionó!. El tema en cuestión alcanzó el puesto número 2 del Billboard y gozó de su buena dosis de emisión radiofónica. Incluso la cara B, titulada “Lady Nina”, y no incluida en el LP, fue publicada como cara A de single en EEUU. Lo cierto es que, más allá de estas cosas del éxito y demás, a veces se esconden vivencias e historias tremendamente personales detrás de algunas canciones.

Fish quiso, en este tema, hablar de los amores perdidos, de todas esas relaciones que formaban parte de su pasado, pero sobre todo de una. Ella se llamaba Kay Lee, aunque se prefirió modificar ligeramente el nombre para evitar hacer una referencia tan explícita. Él siempre ha dicho que cada vez que una jovencita se acerca para pedirle que le firme una autógrafo, y la chica afirma llamarse Kayleigh, él es consciente de que es muy probable que los padres de ella fuesen en su día fans de Marillion.

Pero hubo más: “Lavender”, el tema que está justo a continuación en el disco, fue otro bombazo. Es una canción bastante sencilla en cuanto a su estructura, pero tiene su encanto. Parte de su melodía aparece en algún momento más del álbum, algo que sucede frecuentemente en los álbumes conceptuales. Estos dos singles catapultaron a “Misplaced Childhood” hasta el primer puesto de las listas de ventas en el Reino Unido, en pleno verano de 1985, lo cual no deja de ser realmente llamativo dado el contexto musical que se vivía, como comenté más arriba.

Hay más momentos destacables, como el crescendo de“Heart of Lothian”, en la que Fish rinde homenaje a su tierra natal o la maravilla dividida en cinco pasajes titulada “Blind Curve”, que viene a ser el punto culminante de esta obra.

Esta es un prodigio de canción, en la que Marillion vuelve a asombrar con su capacidad compositiva, envolviéndonos en un carrusel de melodías que se van sucediendo hasta dar forma a una verdadera sinfonía, en la que el protagonista de la historia que se nos cuenta parece darse cuenta de haber tocado fondo. Su éxito ha devenido en una vida de excesos, y se encuentra desnortado y, en el fondo, solo, hasta que asume que echa de menos su niñez, su inocencia perdida que quiere recuperar a toda costa.

Sí, es mi obra favorita del grupo, porque creo que es la más homogenea y la que tiene menos altibajos. Es curioso, pero por las características de “Misplaced Childhood”, yo pienso que sería un título recomendable incluso para quien no sea seguidor habitual del rock progresivo.

CLUTCHING AT STRAWS (1987)

Tras la oscura portada, la definitiva vuelta de tuerca a la idea de los excesos como camino a la autodestrucción. Una serie de personajes dibujados que comparten el dudoso honor de haber dejado este mundo prematuramente a causa del alcohol y similares: Truman Capote, Lenny Bruce, Dylan Thomas… En la contraportada, John Lennon, James Dean y Jack Kerouac.

Estas imágenes aparecen entremezcladas con los miembros del grupo.

Este es otro disco conceptual, pero menos. Se supone que la historia gira en torno a Torch, un escritor alcoholizado, pero a pesar de tener ese concepto como hilo conductor, el álbum no presenta todas las canciones enlazadas, sino sólo algunas. Además, el minutaje medio de las mismas baja con respecto a “Misplaced Childhood”.

Aunque la fórmula se variase, no obstante, este es otro gran trabajo. Menos progresivo, de acuerdo, pero cuya calidad no tiene demasiado que envidiar a la de su predecesor.

De la primera cara (insisto en hablar en términos de vinilo) me quedaría con “Warm Wet Circles”, uno de los temas publicados en su día como singles, en el que sí se aprecia un ramalazo de progresivo, y “White Russian”, que a mí me parece el tema más elaborado del álbum, con varias partes al estilo de lo que se nos ofrecía en “Blind Curve”, de “Misplaced…”.

También destacaría “Sugar Mice”, de tranquila melodía, y también publicado como single, y “Just for the Record”, que casi nadie suele destacar cuando habla de este álbum y a mí me gusta.

Aunque el título más recordado de “Clutching at Straws” es Incommunicado, de acelerado ritmo, y contundente mensaje: “estaría encantado de conocerte, si sólo pudiera recordar tu nombre, pero tengo problemas de memoria desde que triunfé en el juego de la fama…/…no quiero ser la entrevista de la última página, ni ser anónimo en la lavandería, quiero las huellas de mis manos en el hormigón de Sunset Boulevard, un muñeco de cera en Tussaud´s, que verás…Incomunicado”


En aquellos días, las tensiones entre Fish y el resto de la banda se habían hecho insoportables, dado que el escocés se encontraba agotado por las largas giras y por el estilo de vida que estaba llevando, lo cual se reflejaba en sus letras, y necesitaba parar para tomarse un respiro.

La cosa no se arregló, y en 1988 se anunciaba la salida de Fish de Marillion, poniendo el fin a una magnífica carrera de cuatro álbumes (más dos directos: “Real to Reel” y “The Thieving Magpie”) juntos.

Fish iniciaría una interesante carrera en solitario, mientras que Marillion incorporaría a Steve Hogarth para continuar adelante como banda, lo cual han hecho hasta la actualidad. Pero eso, amigos…es otra historia.

Más allá de comparaciones con otras bandas, o de influencias más o menos reconocibles, tengo claro que estos cuatro discos de Marillion con Fish merecen ser valorados por sí mismos, sin perder de vista el contexto y época en que fueron creados.

Al final, el bufón logró escribir grandes canciones.

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